Como cada mañana hemos tomado un buen desayuno, hoy también con ilusión porque en un rato llegaba Pancho.
De camino a Lake Louise hemos parado en el Johnston Canyon, donde algunos recorren una milla hasta las cascadas inferiores y otros las tres millas que hay hasta las superiores. Nos faltan ojos para poder mirar a todas partes! El recorrido transcurre, en algunos tramos, en pasarelas sobre el río que están clavadas en las rocas. De bajada nos han dicho que había un oso por allí subido en una mesa de picnic y nos han enseñado una foto, pero seguimos sin suerte porque nosotros todavía no hemos podido ver ninguno.
Continuamos hacia el famoso Lake Louise parando a comer en Castle Mountain, que tiene unas vistas impresionantes de la montaña que lleva el mismo nombre. Hemos saludado a una familia compatriota (de Tarragona) que viajó con nosotros hasta Toronto.
Llegamos a nuestro destino. El lago es impresionante, su color, el verde de las montañas, y el glaciar de fondo. Decidimos hacer una excursión: la subida a la casita de té, en el lago Agnes. Todos estamos convencidos de subir, excepto Pancho. No cesa de preguntar si seremos capaces de subir, nos dice que es un poco tarde, que las vistas igual nos decepcionan, que la casita de té a lo mejor está cerrada (quizá no quiere subir?). De todas formas iniciamos la excursión, y él también. Hacemos dos grupos, los que van primero, y los segundos que acompañan a la de la pata chula. Después de una hora de subida de camino con pendiente interminable, de tener unas vistas impresionantes del lago Louise, y de pasar junto al Mirror Lake, por fin llegamos a nuestra meta. La sorpresa fue ver como el segundo grupo casi llega al mismo tiempo que el primero: la pata funciona perfectamente para subir montañas. Pero, ohhhh! La casita de té acababa de cerrar. Nos quedamos sin poder tomar nada, aunque nos quedamos con la imagen de este lago Agnes, del sabor de sus aguas (que hay sed), de poderlo disfrutar solos (no hay nadie más), y del maravilloso paisaje que podemos observar desde aquí arriba. Bueno, iniciamos el descenso, que aún teníamos luz pero ya no quedaba mucha. Cuando de nuevo llegamos al lago Louise vemos que queda muy poquitas personas, el sol se está poniendo, ha salido una luna llena, y volvemos a tomar imágenes del lago y del Hotel que está en su orilla: el famoso Fairmont Chateau Lake Louise.
Se nos ha acabado el día, así que nos vamos al camping a cenar con Pancho, ya que nos había dicho que esta noche volvería para su casa en Calgary. Una buena cena regada con un buen vino canadiense (del valle Okanagan) para despedirnos de Pancho. Hemos insistido para que se quedara a dormir con nosotros, pero nada, no había forma de convencerlo.
Nos despedimos de Pancho, y no sabemos hasta cuando, pero el haberlo tenido con nosotros y haber podido compartir estos dos días de nuestro viaje con él ha sido un verdadero regalo. Gracias viejo, esperamos verte antes de que pasen otros diez años.
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