¡Amanecemos en Vancouver después de una noche de lo más estupenda en estas camas! (acostumbrados a la reducida superficie de las autocaravanas, disfrutamos ahora de todo lo que sea más espacio vital). Hemos bajado al restaurante del hotel para ver qué tal el desayuno. Como era de esperar, ¡nos hemos puesto las botas!, así que toca bajar la comilona mañanera.
Nos hemos ido en bus al “Stanley Park” que, con sus más de 1.000 acres, ha sido nombrado como uno de los mejores 10 espacios públicos del mundo. Hemos alquilado unas bicis y unos tándems pensando que sería divertido recorrer este inmenso parque sobre ruedas. La vuelta recorriendo el perímetro del parque ha durado un par de horas, muy entretenidas visitando los tótems, los faros, las playas y el lago.
Más tarde nos trasladamos hasta la estación terminal de “Waterfront”, para coger el “Sea Bus”, un ferry que nos lleva a North Vancouver. Aprovechamos la espera del ferry para comer, en plan americano (fast food sentados en un parque). Ya en North Vancouver hemos pasado la tarde visitando el “Puente colgante de madera de Capilano”, que, con sus 137m de largo y sus 70m de alto, proporciona una sensación bastante temblorosa al cruzarlo. Hemos completado el recorrido a través de unas pasarelas que hay entre los troncos de los árboles, consiguiendo, en cada uno de las zonas a visitar, unos sellos como si de una gincana se tratara. Al final del recorrido, hemos entregado nuestro plano con todos los sellos conseguidos, y nos han dado nuestro diploma de “I made it” (vamos, ¡lo conseguí!). El parque está muy cuidado. El puente impresiona un poco. La entrada es demasiado cara.
De vuelta a la estación del “Sea Bus” en North Vancouver, y antes de cruzar con el ferry, hemos cenado en un italiano (donde, por cierto, la camarera nos echó un cable con su castellano para traducir los ingredientes). Un restaurante muy acogedor, y un poco caro. Ya con el estómago lleno, hemos tomado el ferry que atraviesa “Burrard Inlet” (la manga de agua que separa el Donwtown de North Vancouver), disfrutando de la vistas del puerto iluminado de Vancouver.
Ya no hay tiempo para más, así que nos vamos al hotel. Mañana toca más Vancouver…
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