Hoy nos hemos permitido el lujo de levantarnos una horita más tarde de lo habitual después de haber dormido con hilo musical, ya que ha llovido toda la noche y oíamos caer las gotas de agua en las caravanas.
Después del rutinario y rico desayuno, nos hemos puesto en marcha.
Hoy llegaremos a Victoria, donde pasaremos los dos últimos días antes de regresar a Vancouver para terminar nuestra aventura.
Por el camino nos hemos topado con un inconveniente que nos ha hecho ralentizar los tiempos un pelín: accidente en la carretera. Hemos visto una hilera de coches, camiones, motos y caravanas parados y, gracias a la radio de un camionero (siempre informados de todo) nos hemos enterado que había nada más y nada menos que 15km de retención, lo que se traduce a 4 horas con los motores apagados (algo sin importancia si no fuera porque es la única carretera que comunica Tofino con Victoria).
Cuando hemos dejado atrás semejante atasco (¡por fin libres!) hemos parado a comer en el parking de una tienda de donde, obviamente, nos ha echado un hombre corpulento diciendo que aquello era privado (con suerte, ha sido cuando ya habíamos terminado).
Por la tarde hemos parado en un pueblo llamado Duncan sobre las 5 y, como los comercios cierran a las 4, parecía un pueblo fantasma. En esta localidad existe en la calle una exposición permanente de tótems; hemos hecho el tour siguiendo las huellas amarillas del suelo haciendo las correspondientes fotos y, después de hacer nuestros propios tótems humanos (siempre dando la nota), hemos seguido la ruta hasta llegar al camping de Victoria, la capital de la isla de Vancouver.
Cena, un ratito de internet (que a veces también se agradece) ¡y a la cama!
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